jueves, 7 de febrero de 2013

EL POETA

¡Ay, del poeta esperando a que
surja la cadencia de la palabra,
si al componer una estrofa
se vuelve confuso el remolino!

Aún así, con suaves mensajes
de tímida esperanza ha de soñar,
soñando obtiene frases, palabras
que ordena y procura interpretar,
más de pronto, carante y falto de
inspiración, en lo alto de la sólida
cima, abandonado se encuentra
y desprevisto de su rima.
Entonces va en busca de algo
que le sirva de estímulo,
se acoja y asiera
a su sombra de espino.

Cuando de dolor llore o cante,
y en su carne sangra, (sangre...
la palabra que no se consigue)
en ese preciso esperar dudoso
despierto, desentonado, y sin soñar,
da un aspecto discordante.

Sin gesto, mueca ni palabras,
solo piensa, mejor dicho,
dispensa lo pensado,
lo sentido, lo disiente,
descompone lo compuesto,
desordena lo ordenado.
Por lo que se queda sin su rima,
sin poemas y sin versos,
esperando la sublime llegada
de ese Dios que le ilumine.