miércoles, 23 de noviembre de 2011

AGUAS AZULES

              I

Náufrago
entre brazadas
blancas.
Por las apacibles
y trasnparentes aguas
de tu lago
anegado me veo.
Retumba un eco,
existe una queja,
un disentir clama
(mientras, oigo
el dejo de tu voz
dulce y piadosa,
que sin duda
acude a rescatarme
cuando el desvarío
se apodera de mi sueño).

Con una piadosa 
y condolida imagen
temblando vienes,
te acercas,  
me llamas,
pura e inocente
me tocas,   
me tientas y me despierto,
me salvas del naufragio.

El sonido de tu voz
entrañable
me despierta,
después me calmas,
cuidadosamente
me despiertas,
me acerco y te callas
(se aleja y me llama).

Tu imagen,
tu voz, tu palabra
de voz entrañable
del naufragio,
del naufragio me salva.

Muchas gracias por tu comentario.

lunes, 7 de noviembre de 2011

CONVENCIDO

Convencido de que el hombre es insolente,
exhausto me debato en su hábitat insulso.
Agotada mi paciencia, ya  protegerme busco
de este despectivo y degradante mundo,
que me allana y deprime tristemente.

En la generosa oscuridad del reflexivo aljibe
oculto la meticulosa pena que me asola.
Que escrutada entre broches de escayola,
como una misteriosa sombra me persigue.

Ineludible precede a esta omnipotente cuita,
en tiempo y espacio de mi pertubada calma.
Y hasta la amapola que al relente acampa,
consternada con mi orfandad, el éxtasis precipita.

El desconcierto que me produce la negada verdad,
con acuciante dolor ansiosamente transita,
pero cualquier brote de esperanza se emancipa
volviendo al comienzo del eterno refugio.

Días grises, con viento y lluvia por mi frente
desfilaron. Flautas plañeron, sones repicaron.
Tan sombreado quedé de ocasos y anocheceres,
que puse alos azahares en revuelo.

Mi vida es un incesante reclamo de voz sin gritos,
augurios, profecías, dichos y hechos emocionales.
Entregado a la sinceridad, mi corazón grave palpita
entre amor y desamor, entre temor y desafío.

Se confiesa persuasivo, secretamente apasionado,
inseguro y solitario, que a pesar de condolido,
no suele perder la calma, siendo capaz de conmoverse
ante el decrecido manatial, o por su prolongada ausencia.

Ocultándose entre ramas a penas verdes,
perdida y consternada anda a solas mi tristeza.
Acallando la raíz que gime, cuenta, se entretiene,
y como una nubecilla pasa desapercibida.
Mientras que, poco a poco, se va deslucidando
el rehusado brillo de mis pobres ojos.

Muchas gracias por tu comentario.