jueves, 15 de enero de 2015

CARDO CORREDOR

Todo me entusiasma.
Todo lo proceso.
Soy desierto de arena,
un mar de trigo inmenso.
Tormenta y piedra visible
que agua hendida releva
cual una cesta de mimbre
convulsa y revuelta se anega.
Cañadas, yermo y sembrados,
praderas al son de luna llena.
Auroras de alba presentida,
desierto de hierba y barro,
ceniza y escarcha encima.

El  lucero del alba
con sutileza me guia,
me lleva en volandas
de la noche al día.

Voy botando mi color blondo
y pajizo, de surco a bandas
por el barbecho desamparado.
En circulo anular y redondo,
haciendo tablas, exasperado,
sigo el camino hasta el recodo
y allí, en un ruinoso rincon asolado,
perdido, hecho trizas de tal modo
que, entre zarza y zarza enredado,
con el vuelo vencido, aniquilado
al sol, al sol sin sombra me quedo.