miércoles, 10 de agosto de 2011

DESPERTADLE

Oh, Ángeles buenos, justos, sagrados,
que trasluciendo ganáis nubes y soles,
traedle la paz y avenencia a la tierra, al mundo
en vuestros sacrosantos vuelos dorados.

Qué raudo e impalpable volar de gaviota.
Ay, paloma blanca, acosada y herida
por hombres que no escuchan ni sienten
la caridad ni el silencio bendito del alma.
Abridles, mostrarles un claro camino de reflexión.
Dadles, dadles conforme el sonido que brota
de vuestra insonora, dulce y generosa voz,
compasiva, piadosa y sencilla palabra.

Con tu justicia divina, ¡recuerdales Señor!
que hay, que son, que existen y viven personas,
personas que sufren y pasan sin tierra ni gloria.
Dadles sentido a sus vidas. Paz, tierra,  amor...
(Para que canten y vivan en gracia de Dios.)

¡Ángeles Iluminados! paced, reid, soñad.
Con jovial candidez pedidle cantando
amor, concordia, con celestial armonía cantar
que Dios en su santa y divina misericordia
a buen seguro estará escuchando.
Y por si estuviese distraído,
no, no tengais cuidado ni os de recelo...
¡Despertadle! Él será compresivo,
decidle: Señor, ¡Dios mío! ¡Dios mío!
tú, tu que lo puedes todo, ve, mira, mira
al mundo, mira  y  ve como está la tierra,
tu bendita tierra, enojada, maltrecha,
molesta, abrumada, triste, triste y profanada
por hombres que perturban el orden, la paz,
la paz a consecuencia de hacer la guerra.
Señor, Señor, Dios santo, te lo ruego:
¡Haz que tu voluntad les asombre!!

Ángeles voladores, qué vano intento.
Almas puras, vigilando permanentemente
con discreta luz divina, si no encontráis
de la paz el buen camino en tanto,
ni existe modo o lugar de entendimiento...
¡Ay! Que será Dios mío  (...)

¿Que será del hombre oprimido y despojado
si no hay nada ni nadie que lo contemple?